14 de enero de 2013

De la honestidad. Principios que no se venden por un final.


No tenía claro cómo enfocar este nuevo post en el blog. Sobre lo que me gustaría hablar sí que lo tenía claro, pero la forma me hacía dudar. Aquí decimos las cosas por su nombre y no nos gustan las ornamentaciones barrocas para acabar diciendo nada o casi nada, así que he optado por la vía contundente, que la siento y percibo como mucho más propia.

Quiero hablar de la gente que se merece que se hable de ella. Productores, restauradores y gente de bien que trabaja con pasión y mucha fuerza siguiendo en lo que cree, buscando mejorar y sobre todo fidelizar a una clientela cada vez más interesada en no ser engañada o manipulada por campañas de comunicación más o menos brutales y lúcidas.
Es decir, se busca gente honesta.

En los últimos años y coincidiendo con lo que se suele llamar la democratización de la información y que no deja de ser una especia de eufemismo para aquello de que “Internet somos todos”, las corporaciones que viven de los medios de comunicación y ofrecen sus servicios de forma virtual (por lo de online, no porque no cobren) se han ido haciendo cada vez más y más poderosas. Agencias de comunicación que ya no necesitan comprar espacios de publicidad tradicionales sino que establecen unas redes clientelares en la red basadas en recursos de todo tipo, aunque el que nos interesa para el post es uno bien determinado y delimitado: el alquiler de la opinión en la blogosfera.

Esto hace que nos encontremos de forma menos deseable de lo que sería razonable, con campañas de comunicación muy agresivas que vienen a intentar generar estados de opinión artificiales y para lo que utilizan muy diversos métodos. El más próximo a lo que nos encontramos es la famosa técnica del “ágape financiado en local a promocionar”.
Un local que puede o cree poder tener recursos para este tipo de acto y para mantener a X agencia que le va a preparar un acto que va a ser promocionado ad eternum en ese mundo virtual que todo lo ocupa. Si no estás en la red no existes. Si no se habla de ti en la red, no existes. Si no organizas actos como ésos, no existes. Estás, pero no existes. Comunico ergo sum.

Con eso, el espacio publicitario deriva en propaganda bananera de tercera en demasiados casos. No nos limitamos a leer sobre un local, sino a leer excelencias sobre un local. Unas excelencias artificiales porque el acto era artificial. ¿Qué puede salir mal en un acto de ese tipo si todo está preparado al milímetro? Difícilmente nada, con lo que si algo no va a poder mejorar lo más probable es que pueda empeorar en lo sucesivo.

Ni todo el mundo es fiable en sus opiniones ni todo el mundo está vendido al gran capital del Cuarto Poder ni a las grandes corporaciones comunicadoras/restaurantes que se pueden permitir ese lujo. Hay que saber diferenciar. Por favor. Dicen que todos sabemos leer pero tal vez no sepamos lo que es más conveniente leer. El detalle marca la diferencia y hay que saber escoger. Comparar puede ser la clave. Gastronomía comparativa en los medios como asignatura básica.

Todo esto venía por lo que comentaba al principio y sobre lo que no he dicho en realidad nada. Hay que apoyar a gente, en mi opinión, que sin esos medios o que aunque no ignoren esos medios no nos intenten manipular con fastos faraónicos ni con eventos para altavoces de todo tipo. Honestidad, bien hacer y poco ruido. Locales que se dejan la piel por subsistir de forma anónima, donde se trabaja muy bien y se cuidan los detalles siempre a favor del cliente. No quiere decir que no haya locales honestos entre aquellos que más gastan en propaganda, pero demasiadas veces no es así, y es importante porque se juega con el dinero de una clientela cada vez menos dispuesta a gastar en locales de moda que lo están por la faceta mediática y no la estrictamente profesional. Ya está bien de restaurantes revelación o restaurantes del año que lo son por sus campañas o por a quien pertenecen y no a sus logros reales. Ya está bien de locales encumbrados al inaugurar por la crítica “especializada” que son gigantes con pies de barro. Ya está bien de tener que ir donde nos dicen que tenemos que ir. Disfrutemos de experiencias en locales más honestos y menores en presupuesto para publicidad, pero mayores en calidad y en esa honestidad de la que les hablo.

La lucha de los honestos modestos, creo, ha de ser la nuestra. Contrarrestar el poder corporativo de la moda y el “hay que ir”. ¿Para qué hay que ir? ¿Para que los propietarios de X local sigan abriendo locales de dudosa rentabilidad para el cliente (siguiendo la relación calidad/precio) para poder seguir comprando espacios baratos de promoción a cambio de un par de comidas bien puestas? Menos medios y más experiencias de entera satisfacción. Menos modas y más calidad. Menos interiorismo y más y mejor gastronomía. No queremos que los locales cierren, no malinterpreten el artículo. Queremos que todos se ganen su público de forma honesta, sin perjudicar a los que trabajan en inferioridad de recursos. Que haya muchos restaurantes porque quiere decir que hay demanda y que hay trabajo para mucha gente.
Pero con principios, sin maquiavelismos de ningún tipo.


Venderse no es una opción. No perdamos el norte.

2 comentarios:

  1. ¡Viva el mal, viva el capital! Ya lo decía la bruja avería.

    Internet es ahora el medio de comunicación en el que estar y, como además es mas barato que los tradicionales, ahí se está gestionando el negocio.

    Pero al fin y al cabo es lo de siempre. En los premios de la revista Telva siempre se lleva algo Olay, que son del mismo dueño. En Vogue te ponen prendas must delas marcas que luego ves dos páginas más allá en publicidad a todo color. Para qué generar opinión si se puede comprar.

    En toda la blogosfera se da la misma situación. A los bloggers de moda les envían ropa, a los gastro a comer. A mi me han invitado a varios sitios y he hecho post. Pero hay algo que siempre tengo claro: si no me gusta, directamente no lo publico. Ni le hago publicidad. Y siempre digo que sí, y pido opción vegana. Es una forma de lobby estupenda y que da una visibilidad que hace 10 años era insospechada.

    Igualmente, esto es una burbuja. La gente se da cuenta de los engaños. No se puede ir hablando bien de un sitio que es un timo, o una mierda, y seguir siendo preceptor, los lectores se acaban buscando la vida en otros lares.

    Espero que la burbuja estalle y los bloggers que se venden por un canapé queden relegados a la quinta regional.

    M.

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  2. Todas y cada una de las burbujas estallan, solo hay que esperar. Lo que me molesta es eso de, por ejemplo, locales de moda que lo están porque no dejan de hablar de ellos por no se sabe bien qué motivo. Pero claro como no somos tontos, todos sabemos ese por qué. Y no cuela. Y da rabia.

    Que se venda quien quiera, pero que no engañe a la gente, por favor. La compra de publicidad y opinión, como bien dices se da en todos sitios. Se compra con ese chantaje del yo pago no vayas a hablar mal de mi, y lo vemos constantemente en medios de comunicación, bancos, empresas eléctricas y un largo etc. Qué triste. Suerte que algunos aún se resisten a sucumbir a la ovejización rebañil que nos intentan imponer en todos los ámbitos de la vida.

    Gracias Marta, como siempre!!

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