5 de enero de 2013

De la naturaleza de un boom.

Se pueden encontrar pocos ejemplos de oportunidades perdidas tan grandes como lo que está pasando hoy día con lo que podríamos llamar gastronomía española o catalana. El ámbito no altera el producto final.

¿Dónde nos ha llevado en términos de cambios culturales o sociales el gran boom de la cocina española en el mundo? ¿Cómo se ha aprovechado en este país el hecho de que los dos o tres más grandes y famosos cocineros del mundo sean españoles? ¿Cuándo hemos desaprovechado una oportunidad similar para cambiar hábitos alimenticios o prestigiar en términos absolutos nuestra "gastronomia" autóctona? ¿Por qué la gente sigue comiendo mal o muy mal en general? ¿Qué lleva a pensar a la gente que es mejor gastarse poco dinero en basura que poco dinero en algo saludable? ¿Por qué comer bien es visto como algo snob y artificial con el producto que tenemos en este país? ¿Por qué exportamos buena parte de ese producto e importamos baja calidad? ¿A quién beneficia este despropósito? ¿Por qué hay tantas preguntas por responder?

No hay una única respuesta y aquí no van a encontrar más que respuestas simples.
Existe un problema de cultura gastronómica evidente, y que creo que se basa en el hecho de vivir aún en lo que podríamos llamar los cutres 80. La banalización de la gastronomia, el reinado del congelado, del microondas y de la química innecesaria en pos de un mundo moderno que nos demandaba cambios innecesarios para una realidad cambiada. La americanización mal entendida que nos condujo a la banalización cultural de un patrimonio que agoniza. La gastronomia no es cocinar, son un conjunto de  valores sobre el qué o el cómo comemos. La baguette de gasolinera o el producto innecesariamente congelado son símbolos de este mal; lo rápido y barato, no lo bueno, es lo que priorizan los gurús del momento, que son en realidad las grandes corporaciones con intereses en este cutrecización cultural.

¿Qué fue del pan, de los tomates o de la carne de siempre? Murieron enterrados en lonas de plástico, bajo productos tóxicos y de granjas intensivas que sacrifican engendros mutantes. Por nuestro bien. O por el suyo. El productor de siempre fue ninguneado u obligado a cambiar su forma de producir, por el bien común de algunos consejos de administración muy sabios. Mientrastanto, la gente echaba a perder siglos de buenas o sanas (presuntamente) costumbres alimentarias y a olvidar de dónde venimos y quiénes somos.

NO es verdad que no haya tiempo para hacer la comida. NO es verdad que sea más rápido descongelar un plato de pasta que hacerlo. NO es verdad que sea caro comer bien y sano. No. Pero así lo creemos y lo hemos querido creer. Es más cómodo, pero no lo que comentaba antes. No es más barato comprar bollería industrial que darle a tu hijo pan con aceite y chocolate a la salida del colegio. Es más fácil, vago, pero no más barato. Es más barato comer plástico que comida, eso sí, y de ahí el auge de ese pan a 40 céntimos.

Pero la gente empieza a darse cuenta de algunos errores. No es tarde y por eso el mensaje. Cambiemos y dejemos de ser engañados. Tiremos de conocimientos ancestrales y de la memoria familiar. No coman nada que lleve ingredientes que su abuela no conozca. Hagamos el esfuerzo. Cuesta, pero vale la pena.

Por eso hay que apoyar a productores honestos y a gente que cree en todo esto, que lucha contra todo este imperio del Mal. Pero entonces nos parece que todo es muy caro o que esas modas de la proximidad, el Km0 o el slowfood están hechas para sibaritas ricachon@s. Mucho mejor comprarlo todo en un supermercado que nos trae pescado de Chile y frutas de Túnez. Muy sostenible. Y normalmente de calidad dudosa.
El huerto como tótem, la producción de cercanía y la educación de la muchachada como debe ser. Que coman bien, que elijan bien, que coman productos naturales y de aquí si puede ser. No somos más modernos ni más cosmopolitas por cenar pizzas congeladas o merendar caracolas de chocolate industriales de Panrico. No. Hagamos las pizzas nosotros, agua, harina, tomate. No cuesta tanto tiempo y sale mejor de precio. Pero no tenemos ganas de tener tiempo. Lo entiendo. Pero luego no nos quejemos de los problemas de salud relacionados con este mal comer. Lo llaman vida sedentaria y no es eso. El hombre es sedentario hace miles de años. Pero no siempre se comió tanto ni tanta basura como ahora. Paradójico.

El boom de una bomba, por ejemplo, deja normalmente un árido desierto de destrucción como consecuencia. Que no sea eso.

2 comentarios:

  1. Totally de acuerdo. Bravi e brave! Lo compartimos en Manjaretti..

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  2. Gracias por el comentario Ale!!! Y gracias por compartir!! :)

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