18 de enero de 2013

Me lo llevo, no me mire así.

Existen costumbres alrededor del mundo que nos pueden parecer curiosas, una locura o directamente incomprensibles. Existen también aunque no lo creamos, lugares donde se hacen cosas que incluso podríamos llegar a copiar, sin ningún tipo de remordimiento o sentimiento de inferioridad latente. No pasa nada por reconocer que a veces nos comportamos como snobs o nuevos ricos en su versión más elitista, y, de hecho, casi todos lo hemos hecho alguna vez. De hecho, si no fuera por mis privilegiados contactos con gentes de otras latitudes y/o continentes, no estaría ahora mismo presentándoles este articulo, ya que mi bagaje cultural patrio no es especialmente receptivo a esto que les presento hoy.

Hay que pedir para llevar la comida que nos sobra en los restaurantes. 

Imagino que por culpa de esa malinterpretada pretensión de querer ser clase media lo más alta posible lo que hemos ido aceptando como socialmente adecuado eran aquellos tics de señoritos burgueses con bigote decimonónico que impedían o hacían impensable, entre otras cosas, pedir que te pusieran para llevar aquello que te había sobrado al final de una cena. Pero esas ínfulas ya acabaron o deberían haber acabado. La realidad nos pone en nuestro sitio y no creo que ni tan siquiera esa clase acomodada piense ya en esos términos. 
Es difícil precisar el por qué nos incomoda ese hecho o el por qué en este país no se hace de forma natural lo que en otros es norma o está normalizado. Tal vez el haber sido un país empobrecido durante tanto tiempo y el haber pasado hambre durante demasidos siglos hizo que en este país al mejorar las condiciones económicas las últimas décadas hubiese una reacción contra lo que podríamos llamar el "ser pobre". Ya no lo éramos, así que no queríamos parecerlo. Pero es una cuestión casi psiquiátrica que escapa al blog.

Ante esta situación compleja siempre hubo diferentes alternativas. No todo el mundo se comportó como un nuevo rico ni  renegó de su naturaleza, y seguramente muchísima gente continuó sin despilfarrar la comida o no vio nunca a esa comida como algo desechable. Todos, y no lo dudo un momento, hemos visto en algún momento de nuestras vidas a nuestras madres o abuelas (en femenino por su condición de mujeres responsables de casa) tirando a la basura una cantidad de comida más o menos ingente simplemente por el hecho de que no se había terminado un plato determinadao o alguien se la había dejado porque sí. ¿No?

Esa es la clave de vuelta. Nuestra cultura gastronómica que fue y donde casi todo se aprovechaba, dejó de ser en algún momento y empezamos a comportarnos como gente a la que le sobra todo. Y evidentemente en ese punto, ¿quién iba a ser el cutre de pedir la comida que sobra en el restaurante?

Según los últimos datos que pueden encontrar a poco que busquen por ahí, lanzamos cada año y por persona alrededor de 80 kilos de comida a la basura. Hay que trabajar en concienciar a la población. No estamos ni nunca estaremos en una posición que justifique el desperdicio de alimentos teniendo en cuenta el mundo mal repartido (conscientemente) en el que vivimos. La educación es básica, para todo y para esto.
Pero un aspecto que no tenemos tan en cuenta es el desperdicio que cometemos nosotros mismos sin darnos cuenta en esos restaurantes. No se pueden tolerar las miles de toneladas de alimentos que se malgastan en locales de todo tipo en este país. Sea por su negligencia o por la nuestra. Sobre la suya poco podemos hacer, pero la nuestra es nuestra y por lo tanto remediable.

Hay que fomentar desde este mismo momento una campaña por el fin del desperdicio de alimentos. No tengan vergüenza, pidan lo que es suyo. Ese magret, unos macarrones, aquel trozo de pizza, ese risotto maravilloso que has pedido tras unos entrantes espectaculares y que no te puedes comer, etc. No tengan vergüenza, convirtamos esto en una tendencia. Despójense de sus temores y de esa pacata moralidad que les dice que eso no se hace, que queda muy mal y es de pobres. No sé lo que serán ustedes, pero seguramente seamos más pobres que otra cosa, no tengamos problema en reconocerlo si es eso lo que alguien nos pide a cambio. Yo no creo que sea propio de nadie ni de ninguna clase social porque esto no es ni caridad ni limosna, es tu comida, la has pagado y es tuya. Te la vas a comer donde quieras si no has podido terminarla en el restaurante. Para cenar o para hacer croquetas el día siguiente. Da igual, llévatelo, ahorra, no desperdicies, no seamos idiotas en pos de una superioridad moral que no existe. Esto se hace en todos los sitios del mundo y en algunos es norma general, sin miedo, sin problema y sin que te miren mal.
Hagámoslo por nosotros, por ellos y por todo el mundo. Sensibilidad, por favor. 


Lo que cutre es tirarlo todo a la basura. O ir a un buffet libre y ponerte kilos de comida en varios platos para no poder acabártela y que acabe en el vertedero. Así no.

5 comentarios:

  1. En casa de mi madre no tiraba nada hasta que no estaba en mal estado, y lo hacía con todo el dolor de su corazón. Mis abuelos eran bastante pobres y tirar comida no era una opción. En mi casa se tira algo cuando se pasa. Y yo pido para llevar si me dejo comida suficiente en el plato, eso es algo indiscutible. Lo peor es la cara en algunos restaurantes cuando les pides que te lo pongan para llevar. Como si no lo hubieras pagado y además aquello tuviera 3 estrellas michelin...

    También te digo que en NYC freeganism, lo que se traduce por comer comida desechada. Pero eso te lo explico otro día.

    Marta

    ResponderEliminar
  2. A mi no me gusta tirar comida tampoco, y siempre, en los Restaurantes si no lo veo muy claro, pido que no me pongan mucha comida en el plato, porque más bien soy de comer poco pero variado. Eso si, cuando veo tirar comida a "vecinos" de mesa no lo puedo soportar, aunque supongo que con el estomago lleno y las necesidades básicas cubiertas, es muy fácil actuar de cierta forma.
    Esperemos que los hábitos vayan cambiando en aquellos que desechan rapidamente y sin pensar, en beneficio del ahorro y del buen hacer.
    Buen post!

    ResponderEliminar
  3. Marta y Cristina, ése es el espíritu. Pero queda mucho por hacer para cambiar ciertos tics snobs. Y para que todos los restaurantes estén preparados para esta demanda...es triste encontrarte en situaciones en las que no puedes llevártelo porque no es posible... O.o

    Gracias por comentar!!

    ResponderEliminar
  4. Felicitats pel post! És difícil que jo em deixi alguna cosa al plat, i inclús quan l'Ariadna demana alguna cosa i no se l'acaba, la finiquitem el meu marit o jo. Però dissabte vaig posar en marxa la campanya. Era restaurant de poble i les racions eren més que generoses, al ser 5 vam calcular malament. Vam demanar per emportar i no ens van posar cap problema.
    Aquesta és la idea.
    Sí que ho feia últimament amb el vi, però ho faré sempre que calgui amb el menjar.
    De casa ni en parlo, només es llença alguna cosa si es fa malbé (i també cal controlar que això no passi)

    ResponderEliminar
  5. Bravo Maida!!! Aquesta és la idea, sí, aprofitar-ho al màxim i que res vagi a les escombreries!! Felicitats!! Campanya ja! :)

    ResponderEliminar