8 de abril de 2013

Del blog y el periodismo: anotaciones futiles a un debate innecesario.

En los últimos tiempos se perciben fuertes vibraciones fruto de movimientos que están arrasando con cierto orden establecido hasta hace no mucho intocable. De hecho creía que era un debate casi pasado, pero al parecer no era así.

El monopolio de la palabra por parte de aquellos que habían estudiado y trabajado para tenerlo (imagino) va cediendo ante una tendencia universal que es la presencia de los más que incómodos blogueros que escriben sin tener licencia para hacerlo, y que para más inri son leidos.
El tema central con el que nos encontramos es que hay muchos periodistas que no toleran la supuesta invasión de unos advenedizos sin formación para ser tratados de igual a igual. Seguramente tengan razón.
Lo normal, de hecho, es que un bloguero amateur no se pueda comparar ni por asomo con un profesional de los medios. Lo más seguro es que tampoco lo pretenda. ¿Y un profesional del blog? Pues la verdad es que no lo sé. No puedo hablar por los que se dedican a eso ni pretendo hacerlo, pero no puedo no comentar el tema de los que reparten carnets sobre quién puede o debe escribir sobre algo o lo siguiente. Incluso aunque no esté de acuerdo con el sistema que voy a defender y me explico.


No seré yo el que defienda la proliferación de ignorantes que deban cobrar por su ignorancia. No seré yo el que le diga a una empresa a quién debe contratar para poder ganar más dinero, que oh sorpresa, es su objetivo. Pero seré yo, ahora, el que hable sobre qué significa ser bloguer y poder tener la opción de escribir sobre lo que uno quiera.

Ser bloguero es muy sencillo pero no es fácil. Es un mundo superpoblado en el que millones de aspirantes a leibles esperan ser leidos. Es sencillo tener un blog y muy difícil ser un bloguero de constancia y esfuerzo. Un bloguero no pretende per se convertirse en un periodista. Ni busca que le convaliden unas asignaturas de la carrera. Escribe y si tiene suerte o cierta gracia será leido, nada más. Si comunica bien y consigue una legión de seguidores, llamará la atención e incluso al final de una vida virtual de éxito podría llegar a cobrar por escribir o aspirar a parecer un periodista de los serios. Pero son casos contados. Un bloguero con inquietudes intenta transmitir, divulgar lo que le apetezca e irse a casa. Un periodista es otra cosa. El qué no lo sé porque tampoco lo soy, pero alguien que trabaja en los medios no es simplemente un bloguero. Sobre si hay método en un periodista, se da por hecho, pero incluso un bloguero podría tenerlo. Luego además hay periodistas que son blogueros porque ven el poder de la comunicación sin ataduras, simple y directa y porque les apetece. Nadie se lo impide. Y el que no quiera entender lo que es la blogosfera y quiera vivir de espaldas a esa realidad, allá cada uno.
El mundo cambia aunque no nos guste.

En mi campo profesional, que es la docencia, sabemos de qué va el tema hace tiempo. Seguramente más de un periodista de prestigio y solera haya ejercido de profesor, conferenciante o divulgador en alguna ocasión. Y nadie se ha tirado encima de nadie porque es una soberana estupidez. La divulgación o la docencia es en sí un valor, lo haga quién lo haga. Si consigues ser un buen divulgador, divulga. 

Por eso no acabo de entender estos ataques de celos en demasiadas ocasiones. Dejemos ya esta estupidez de la confrontación blogosfera virtual vs medios reales. El que se sienta inseguro que busque alguna forma para remediarlo, pero que no meta a todos los blogueros del mundo en el saco del arribismo y la ambición. Dedíquense a hacer periodismo de verdad y dejen a los ignorantes como el que les escribe tranquilos. No queremos quitarle el sitio a nadie, el blog es nuestra única manera de comunicar y expresar unas cosas que pudieran interesar a alguien. El problema si les quitan el sitio igual no es nuestro. ¿Se lo han planteado alguna vez?


Firmado, un arribista ignorante con un blog. Lo siento.


3 comentarios:

  1. Excelente post.
    Gracias por seguir siendo bloguero.
    Para el resto, les diría que el miedo es libre y la libertad de expresión también.

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  2. Yo me fío más de blogueros que de periodistas. La opinión de gente, a priori, sin pretensiones siempre se acercará más a la mía.

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