16 de noviembre de 2013

Del producto ninguneado al No pasarán.

Artículos sobre la importancia del producto hay muchos y muy buenos. Al hablar de producto nos viene a la cabeza un tipo de carne, un tipo de pescado, frutas y verduras con sabor a frutas o a verdura o, lo que en definitiva podríamos llamar una materia prima de calidad. Poder ofrecer al cliente experiencias únicas que se pagan acorde a las mismas.

En alguna ocasión ya les había molestado por aquí con algún artículo que hace referencia a la diversidad de precios que se pagan en restaurantes y demás locales de comida a tenor de la materia prima que se utiliza. No es lo mismo comer en un Burger King que en un local de hamburguesas de verdad. Ni por materia prima ni por lo que tiene que cobrar quien elabora esa "comida" en el caso de BK. Factores que inciden en el precio final. Y conocen nuestras preferencias y lo que nos parece más ético o moral si es que se pueden aplicar estas categorías en este contexto.

En todo caso hoy no toca una filípica en contra de los precios, más bien toca una en contra de los que intentan hacernos comulgar con ruedas de molino medieval ofreciendo en la carta de su local  algo que no es. Y como no es no puede ser.

El tema es el siguiente. Conociendo mi pasión por el Bagel, alimento de Dioses paganos y de gente de bien más en la Tierra, siempre que me encuentro con ellos en alguna carta medio loca que intenta arriesgar ofreciendo algo original, los pido a ver qué tal están. He de decir que pasa poco, que no es muy normal encontrarse con ellos y que esto no es NYC, pero a veces, haylos. 
Hasta aquí, bien. Pero ya está. Luego, es terrorismo de producto. No hay el más mínimo ápice de vergüenza en ofrecer cosas que no son lo que dicen ser. Si tienes un local y ofreces bagels, que sean bagels y no otra cosa. Si tienes bagels en tu carta no ofrezcas ni brioche dulce redondo con un agujero en medio ni pan del de toda la vida con el ínclito agujero.

Hacer bagels es muy complejo. Cuando le pregunté a Xavier Barriga, alma mater de Turris y maestro panarra, sobre porqué no los hacía me comentó que son muy complejos y necesitan una infraestructura que hacen complicada su elaboración. Como dato que añado, el bagel una vez hecho y antes de entrar en el horno debe ser hervido en agua, lo que le da la consistencia que lo caracteriza. No es un pan normal y no es un brioche para comer con mantequilla y jamón dulce. No. No los hace cualquiera y no todo el mundo sabe hacerlos.
Que yo sepa, en Barcelona existe un panadero que se dedica a ellos desde hace mucho tiempo y casi en exclusiva, en Gràcia, panadería Be My Bagel en Plaça del Sol. Hace poco he descubierto una gente que se hace llamar Yes we Bagel y que ofrecen algo parecido pero sin llegar a la excelencia del primero. Resultones pero sin la gracia del anterior. Y es que The Bagel Shop en Canuda era un mito y Be My Bagel recoge su testigo, directamente.

Toda esta perorata bageliana viene al caso por el último hallazgo en tima-modernillos con el que me he encontrado y me ha indignado, claro. Tuvo lugar en cierto local del Born tocando a Arc de Triomf que está bastante de moda entre el mundillo juvenil-in de la city, y al que me acerqué a ver qué se cocía. Y los bagels seguro que no lo estaban, cocidos, quiero decir. Cobran 9'5€ (!!!) por un bagel que no es un bagel y por una loncha de salmón. Una. Y mucha rúcula. Qué listos. Pero eso lo dejaré para el post que escribiré sobre el affaire en el blog para esos menesteres. Lo que me subleva, y se nota, es encontrarme con este engañabobos que perjudica al minúsculo mundo del bagel. No puede haber nadie en su sano juicio que se pueda aficionar al bagel si se toma lo que ofrecen en aquel local tan bonito. Bagel con salmón. Pues no. Salmón poco, pero bagel, eso no lo es. Eso es pan. Redondo. Con agujero. Pero que no lo llamen bagel porque no lo es. Y que no lo cobren a precio de importación desde New York. 
Basta ya de insultos. Intentar aparentar modernidad porque ofreces bagels y luego ofrecer un trozo de pan es patético. Imagino a gente pensando tras acabar el plato "pues no tiene nada especial". Claro que no. Evidente.

El insulto al producto sea el que sea. Llamar pan a las barras de gasolinera. Foie a foiegrás. Kobe a vaca del Pirineo. Anchoa de L'Escala a las que venden en el Día. Captan la idea. Ya está bien.
Éramos pocos bagelianos y tenemos que encontrarnos con esto. No pasarán.

2 comentarios:

  1. Ostres, el bagel ha sigut el tema estrella dels teus blogs ;-)))
    Jo també recordo el lloc del carrer canuda, de fet crec que n'hi havia un altre on ara hi ha l'starbucks de via laietana. Quan vaig llegir com es feien em va sorprendre molt, sí, sí quina feinada, Suposo que aquí està la diferència entre the real one i les imitacions ;-)

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  2. Efectivament Montse!! Una cosa és real i altre un sucedani...

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