26 de febrero de 2014

De lo relativo y el eterno viaje.

Curiosa la forma de proceder que tenemos cuando estamos de viaje muy lejos de donde tenemos nuestro lavabo y nuestro wifi, que como todo el mundo sabe marcan de forma precisa aquello que denominamos hogar. Es digno de estudio ese comportamiento que muchas veces se aleja del que tenemos normalmente bajo la premisa de estar "en casa". La distancia, un nuevo entorno, el clima, la droja en la bebida de turno de un antro indeterminado o lo que sea, nos hace cambiar hábitos y ser normalmente mucho más tolerantes ante prácticas que en nuestra vida cotidiana no toleramos o toleraríamos. Existe claramente el factor novedad y el que nadie te conoce allí donde estuvieres, pero me apasiona cómo la gente puede llegar a cambiar dependiendo del ámbito geográfico en el que se mueve circunstancialmente.
Una introducción barroca para venir a decir que cuando viajamos hacemos cosas que luego en casa no hacemos o directamente criticamos. El exotismo del momento nos embriaga para después renegar de lo mismo una vez a salvo en casa.
Leía esta mañana una curiosa noticia acerca del MWC que estos días nos deja un montón de millones a todos los barceloneses. Millones que luego se invierten en menesteres necesarios tales como reformar el pavimento de Rambla Catalunya o reformar la zona más exclusiva de la Diagonal, que como todos ustedes saben son zonas deprimidas de la ciudad que requieren actuaciones permanentes que eviten situaciones sociales de riesgo. Pero éste no era el tema ahora. Decía que leía una noticia que venía a explicar añadiendo una prueba gráfica, el éxito del pollo a l'ast en la zona de comidas de tan magno evento. Un exitazo proporcional al más que seguro amor invertido en la elaboración del mismo por algún catering de, espero, alto standing. El pollo a l'ast como alimento existoso. A venerar. Mientras aquí ya hace muchos años lo arrinconamos a la comida del domingo y en hogares que buscan e intentan mantener una cierta tradición. Digo esto porque muchos de los que me están leyendo ya hace tiempo que no se comen un pollo a l'ast de los de verdad. Lo desterraron de su dieta en cuanto pudieron huir de aquel tugurio que consideraban casa de sus padres donde sí era una tradición. El pollo a l'ast como alimento desprestigiado entre la modernidad muy moderna, recordando a épocas en los que los intentos de golpes de estado eran de verdad y mamá nos vestía con jerseys manufacturados por ella o por la abuela.
Gente que reniega de ese pollo por ser un alimento sin prestigio y de domingueros. Igual que aborrecían el vermut y las olivas y no vamos a debatir ahora sobre su éxito. Lo que está claro es que el Tiempo del Pollo pasó hace lustros y no se ha acabado de recuperar. Unos irreductibles se resisten a abandonarlo y nos enorgullece. Por suerte sigue habiendo un mercado. Pero tal vez no el que hubiere antaño.
¿Cómo conectamos la filípica pro-pollo con lo que les explicaba de los viajes al principio? Fácil. Hay mucha gente que cuando viaja es capaz de comer cosas que luego detesta en casa. Viajan a China y les encanta pasearse por mercados de comida callejera e incluso son capaces de deleitarse con esos patos que cuelgan de utensilios extraños y comerlos. Sí, qué buen pato a la Pekin (por no hablar de insectos variopintos. "Un día es un día, hay que aprender sus costumbres"). "Nos encantó". Luego les preguntas por el pollo a l'ast y te miran mal. "¿Pollo a l'ast? Eso es de cutres domingueros que hacen cola en un antro de mala muerte". Claro, comer pato por la calle es el clímax glamour. Van a Berlin y se comen una currywurst tamaño XL en una cajita de cartón, todo pringada con ketchup barato. Y más felices que nadie sintiéndose berliners. Étnicos prácticamente. Dile que vayan a comerse un frankfurt a Casa Vallès. "Comer frankfurts? Eso es de tirados..". Por no hablar de visitar Jemaa El Fna en Marrakech, por ejemplo y gozar. Luego en casa lo identificas con la comida de una feria de barrio y ni te acercas. "Eso es fritanga".
Los misterios de la antropología. Se rumorea que el Sapiens al encontrarse con el Neanderthal y salir a cazar juntos también adoptaba costumbres de los otros. Al volver decía a los demás que no, que aquellos eran unos brutos y que no pensaba reproducir lo que había visto allí con ellos. Snobs.
En todo caso debe ser un efecto de ida y vuelta. Imaginen a todos esos turistas que llegan a la ciudad y hacen el panoli con esos zumos y vasos de plástico de fruta dudosa que compran en lugares como la Boqueria. En su casa tampoco lo harían. ¿Por qué debe pasar esto? Doble rasero. Imbecilidades mayúsculas. 















3 comentarios:

  1. No acabo de veure això que estigui desterrat el pollo a l'ast... Al que tinc al costat de casa, Polleria Dominguez, que els fan molt bons, els caps de setmana hi ha unes cues potents.

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  2. Parlo bàsicament de snobs i demés fauna...Dels que proven quan són fora i quan tornen ja passen de cutreries callejeras. No com nosaltres, que ens ho mengem tot!!

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  3. Si, haberlos haylos. Que van fora i provaran de tot i a casa no tocaran uns cargols o el què sigui...

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