10 de febrero de 2013

Dictadura y tendencia.

En este mundo en el que nos movemos, y pensándolo bien en casi todos, tienen mucho poder las modas y/o tendencias que en algunos momentos intentan dominar el escenario que nos toca presenciar.
Modas las habido siempre, las habrá y haylas ahora mismo. No sé a qué obedecen ni quién está detrás de estas tendencias, pero existen y nos arrastran en cierta manera aunque queramos resistirnos. Los mecanismos de la comunicación, el marketing y demás males está para eso mismo, para dirigirnos sutilmente hacia el redil que conviene en el momento determinado.

Hace ya muchos años pasaron de moda los restaurantes chinos, las pizzerias motorizadas o los locales de "hamburguesas" de nombre clánico escocés (o no?), pero siguen invadiéndonos otras modas que además hoy día utilizan todas las posibilidades tecnológicas para extender sus redes más allá de lo deseado. En estos momentos oscuros, triunfa la pastelería policromada, el ceviche peruano, la hamburguesa de 15€ y los locales de diseño donde pagas la reforma y no la comida. Cuestión de tiempos y de actitud.

No sabe el consumidor cuál será la próxima tendencia. No sabe ni tan siquiera cuándo acabarán las actuales y ni tan solo si realmente se han consolidado antes de morir y dejar paso a una nueva. Lo efímero no es patrimonio de The Loaf y nos estamos acostumbrando a ello. Lo que ayer fue, hoy no es y mañana no lo recordará nadie. ¿Pero por qué? Imagino que porque los emprendedores buscan su espacio y buscan diferenciarse del resto de la manada, para luego una vez ser líderes ser copiados por otros emprendedores menos imaginativos. Y se crean burbujas y sobreofertas. La demanda decrece y se practica la selección natural donde triunfa no el más fuerte si no el más inteligente o preparado para sobrevivir. Eso quiere decir que en demasiados casos el mejor muere y el que destina más recursos a promoción y presencia mediática pervive. Son opciones. No lo vamos a criticar aquí. Cada uno juega las cartas que tiene y al final los que eligen son ustedes y sólo ustedes y nosotros.

En todo caso, la situación que se nos presenta en la que podemos y tenemos tan vasta oferta a elegir no es negativa per se. Libertad para elegir y para encumbrar a unos o dejar morir a otros. Seguir o no seguir las tendencias o modas es un dilema shakespeariano de poca solución si otras personas más preparadas no nos han dado la misma. Lo que realmente molesta es percibir cómo nos dirigen o nos hacen creer patrañas para hacernos ver que si no sigues esa moda, no te estás enterando de nada. Y no debería ser así.

Confieso haber seguido varias de esas modas que critico ahora, por gusto primigenio o por querer investigar de qué estábamos hablando, pero lo que me molesta es el proselitismo y la propaganda gratuita, y sobre todo qué nos tomen por lelos y proliferen copias lowcost de productos que podrían tener gracia por sí mismos, pero que se desvirtuan por el hecho de salir en el momento en el que tienen que salir sí o sí.

Larga vida a la tradición y a las novedades con sentido. Muera la dictadura de la inmediatez y lo impuesto.

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